SU CASAMIENTO CON JADIYA

La madre de los creyentes Jadiya bintu Juwailid (ra)

Nació Jadiya 15 años antes del año del elefante, su padre se llamaba Juwailid ibn Asad y su madre Fátima bint Zaidah. Jadiya pertenecía al clan de Banu Asad.
Cuando era joven todos reconocían sus buenos modales e inteligencia. Era una mujer decente y honesta. La llamaban “La pura”.
Antes de casarse con el Profeta (sallallahu aleihi wa sallam) ya había estado casada. Primero se casó con Abu Halah bin Zurarah con quien tuvieron un hijo que llamaron Hind. Hind ibn Haalah fue compañero del Profeta y combatió en Bader y en Uhud.
Abu Halah era un comerciante rico y cuando muere, Jadiya contrae matrimonio con Atiq ibn Aid con quien tuvo una hija que también nombraron Hind.
Jadiya era una de las personas más ricas de Quraish.
Quraish solía hacer negocios enviando caravanas en invierno al Yemen y en verano a Sham.
Jadiya solía contratar a hombres idóneos para que estén al frente de sus caravanas dándole un porcentaje de las ganancias.
Muhammad como trabajador
Muhammad (sallallahu aleihi wa sallam) en su juventud trabajó como pastor para Bani Sa‘d y en Makkah como asalariado.
Cuando Jadiya fue informada sobre las virtudes de Muhammad, sobre la veracidad en sus palabras y su honestidad, mandó a llamarlo. Le ofreció dinero para ir a Sham y hacer negocios en su nombre, otorgándole un porcentaje más alto que a los demás. También enviaría a su sirviente, Maisarah, con él. Muhammad aceptó y fue a comerciar a Sham.

El casamiento de Muhammad (saw) con Jadiya (ra)

Cuando Muhammad (saw) retornó a Makkah, Jadiya notó más ganancias y bendiciones de lo que estaba acostumbrada a ver. Su sirviente le comentó sobre los buenos modales, honestidad, seriedad, sinceridad y rectitud de Muhammad (saw).
Hombres pertenecientes a importantes clanes habían querido casarse con Jadiya pero ella siempre los rechazaba. Jadiya le confesó a su amiga Nafisah que quería casarse con Muhammad (sallallahu aleihi wa sallam) y le pidió que hable con él.
Entonces Nafisah bint Munbah al encontrarse con Muhammad le preguntó: ¡Oh, Muhammad! ¿Por qué no te casas? Le respondió: ‘No poseo bienes como para hacerlo’. Entonces ella le dijo: ¿Si te solucionasen ese tema, y la mujer fuese rica, bella, noble, acorde para ti, te casarías? Él le preguntó: ¿Quién es? Le respondió: Jadiyah bintu Juwailid. Él dijo: ¨Si ella está de acuerdo, acepto¨
Luego Muhammad (saw) le pidió a sus tíos (Hamza y Abu Talib (o los dos fueron juntos o alguno de los dos) para que hablasen con el tío paterno de Jadiyah, Amru bin Asad y arreglaran la boda. El matrimonio fue presenciado por Bani Hashim y los lideres de Mudar. La dote acordada fue de veinte camellos.
Cuando se casaron Jadiya tenía cuarenta años y era considerada la mejor mujer en cuanto a linaje, riqueza y sabiduría, y Muhammad (saw) contaba con 25 años. Fue la primera esposa del Mensajero de Allah (saw). Mientras estuvo casado con Jadiya no tuvo otra esposa.

Los hijos e hijas del Profeta (saw)
Con la excepción de Ibrahim, Jadiya tuvo todos sus hijos:
Al‑Qasim, Zainab, Ruqaiyah, Umm Kulzum, Fatimah y ‘Abdullah también llamado Taiib y Tahir. Todos sus hijos varones murieron en la niñez y todas sus hijas excepto Fatimah murieron durante la vida del Mensajero (saw). Fatimah murió seis meses después de la muerte de su padre. Todas sus hijas aceptaron el Islam, y emigraron a Madinah.


Dos bellos ejemplos de generosidad y solidaridad

Ali ibn abi Talib (primo y yerno del Profeta, y cuarto Jalifa) crece junto al Profeta y a Jadiya ya que su padre (Abu Talib) estaba atravesando dificultades económicas y el Profeta (saw) para aliviarle a su tío esa situación se lleva a Ali que era un niño a su casa.
En una oportunidad, antes de que comenzara la revelación, estaban reunidos los nobles esposos y la criada de Jadiyah les informó que se había presentado Halimah Al Sa´adiiah (quien había amamantado al Profeta) y que solicitaba autorización para ingresar. Cuando el Mensajero de Allah (r) escuchó el nombre de Halimah se estremeció y se llenó de hermosos recuerdos de la tribu Bani Sa´ad y su amamantamiento allí. Se cruzó por su mente los primeros años de su niñez cuando crecía bajo el cuidado de Halimah.
Jadiyah se levantó para hacer ingresar a Halimah, pues ella ya había escuchado anteriormente al Profeta (r) mencionarla con amor y elogiarla. Éste, ni bien la vio no pudo expresar el amor y compasión que sentía en su corazón, sólo pudo decir una palabra que reunía todo ese maravilloso sentimiento: "Madre, madre".
Durante la afectuosa reunión entre la madre y su hijo de lactancia Al Amín (r), le preguntó acerca de su situación, y ella comenzó a quejarse de su vida dura y de la sequía que azotaba los valles de Bani Sa´ad, también se quejó de la amarga pobreza que atravesaba. El Profeta (r) le comentó a su esposa Jadiyah de la penosa situación de su madre de lactancia y ello hizo que llenara su corazón de cariño y compasión por ella, por lo que regresó Halimah hacia el desierto con los suyos con cuarenta corderos y un camello llevando agua y provisiones.


El comienzo de la revelación
‘Aishah, la verídica, narró:
“La primera manifestación de la Revelación al Mensajero de Allah (saw) fue la visión verídica en sueños, que notablemente se volvían realidad en todas las ocasiones. Luego comenzó a amar la soledad y solía recluirse en la cueva de Hira por un determinado número de noches para dedicarse a la devoción antes de volver con su familia y buscar nuevamente provisiones para el mismo propósito.
Hasta que inesperadamente llegó la verdad cuando estaba en la cueva.
Llegó el ángel y le dijo: "Lee" Respondió: "No puedo leer". Contó el Profeta: "Entonces me tomó y abrazó fuertemente, luego me soltó y repitió la orden: "Lee". Le dije: "No puedo leer", entonces me tomó nuevamente y por segunda vez me abrazó fuertemente y luego me soltó dejándome exhausto y me dijo: "Lee". Y contesté: "No puedo leer", y así fue que me abrazó fuertemente por tercera vez y luego al soltarme dijo:
Lee en el Nombre de tu Señor, que ha creado (todo lo que existe), ha creado al hombre de un alaq. Lee. Y tu Señor es el más Generoso. [96:1-3]
Luego el Profeta (saw) repitió estos versículos. Temblaba de miedo. Entonces regresó con Jadiya y le dijo: "Cúbreme... cúbreme". Ella lo cubrió hasta que se tranquilizó.
Al comentarle lo que le había sucedido en la cueva, Jadiya lo consoló diciendo: "Allah nunca te humillará. Mantienes los lazos familiares; cargas con las dificultades de los débiles; asistes al pobre y al necesitado, agasajas a tus huéspedes, y te esfuerzas por solucionar los problemas que afligen a la gente".

Partieron entonces a ver al primo de Jadiya llamado Waraqah Ibn Nawfal, quien había abrazado el Cristianismo en el período pagano, y solía transcribir las escrituras en hebreo y había escrito el Evangelio. Era un sabio anciano ciego. Jadiya le dijo: “¡Primo mío! Escucha a tu sobrino” Waraqa le preguntó: “¡Sobrino mío! ¿Qué fue lo que viste?” el Mensajero de Allah le contó cuanto le había pasado. Waraqah dijo: “Ese es el Namus (el ángel que desciende con la revelación divina) que Allah (saw) envió anteriormente a Moisés. Desearía ser joven y vivir para estar en el momento que tu pueblo te expulse.” Muhammad r le preguntó: “¿Acaso ellos me expulsarán?” Waraqah respondió afirmativamente y le dijo: “Todo aquel que trajo algo similar a lo tuyo fue tratado con hostilidad y si yo alcanzo a estar vivo ese día te brindaría todo mi apoyo” A los pocos días Waraqah murió y la Revelación se interrumpió.

Un Boicot injusto

Los idólatras de Quraish comunicaron un corte de relaciones con los musulmanes, haciéndoles un bloqueo económico y político, y colocaron el comunicado en un pergamino que colgaron en el interior del recinto de la Ka´bah. Así fueron cercados los musulmanes en el barrio de Abu Talib, por lo que Jadiyah y el Mensajero de Allah ingresaron a dicho barrio. Allí pasaron los días, un año y otro, hasta tres años de extremada dificultades, pero tuvieron paciencia para soportarlos y finalmente Allah les dio una salida.
Pero nuestra madre Jadiyah (que Allah se complazca de ella) poco después de que se depusiera el bloqueo comenzó a sentirse débil, hasta que respondió al llamado de su Señor para dejar este mundo, y lo hizo con total complacencia.

La muerte de Jadiyah (el año de la tristeza)

Tan sólo dos o tres meses después de la muerte de su tío Abu Talib, el Mensajero de Allah (sallallahu aleihi wa sallam) sufrió otra pérdida:
Su esposa Jadiyah murió en Ramadán durante el décimo año de la Profecía, cuando contaba sesenta y cinco años de edad, y el Profeta (sallallahu aleihi wa sallam) cincuenta. Falleció tres años antes de la Hégira y fue enterrada al pie de una montaña en los alrededores de Makkah junto con sus parientes, el Profeta con sus nobles manos fue quien la puso en su tumba.

Jadiyah fue una bendición de Allah (swt) para el Profeta.
Ella, a través de veinticinco años, compartió junto a él las dificultades y pruebas de la vida, especialmente durante los diez años de la misión del profeta (saw).
El Profeta (sallallahu aleihi wa sallam) se vio profundamente apenado debido a su muerte, y comentó con conmovedora emoción:
“Ella creyó en mi mientras la gente no creía. Confió en mí cuando la gente me desmintió. Y me ayudó y socorrió, tanto con su persona como con sus bienes, mientras la gente no lo hacía. Allah me brindó hijos con ella, y no me los dio con las demás.”
Abu Hurairah narró que el ángel Gabriel vino al Mensajero de Allah (sallallahu aleihi wa sallam) y le dijo: “Mensajero de Allah, Jadiyah viene hacia ti con un recipiente de comida o bebida. Cuando llegue, salúdala de parte de tu Señor, y albríciale con un palacio de joyas en el Paraíso donde no hay ruidos ni dificultades.”

Aisha (ra) relató: '' No sentí celos de ninguna de las esposas del Profeta (sallallahu aleihi wa sallam) como lo sentí de Jadiya, aunque no la había visto. El Profeta (sallallahu aleihi wa sallam) la mencionaba mucho y a veces cuando degollaba un cordero, lo cortaba en pedazos y los enviaba a las amigas de Jadiya. Yo le decía: parece que no hay mujeres en el mundo fuera de Jadiya.
Y él decía: Jadiya era así y así y yo tuve hijos de ella.

Aisha (ra) relató: una vez Haala bint Juwailid, la hermana de Jadiya, pidió permiso para entrar a ver al Profeta (sallallahu aleihi wa sallam). Entonces el Profeta recordó la forma de pedir permiso de Jadiya y eso lo entristeció.

Aishah (que Allah se complazca de ella) relató:
Un día el Mensajero de Allah (saw) estaba conmigo y se presentó una anciana. Él le preguntó: "¿Quién eres?", le respondió: Soy Yuzámah Al Muzaniiah, el Profeta le dijo: "No, tú eres Hassanah Al Muzaniiah. ¿Cómo estáis vosotros?", ella le respondió: Muy bien, gracias a Allah. Cuando se hubo retirado le dije: ¡Oh, Mensajero de Allah! ¿A qué se debió tal recibimiento? Le respondió (saw): "Ella solía visitarnos en la época de Jadiyah, y el buen trato es parte de la fe".